29 de diciembre de 2013

Alcarreños de la Transición

Monje Ciruelo, Luis: "Alcarreños de la Transición”. Aache Ediciones. Con el patrocinio de Diputación Provincial de Guadalajara. Guadalajara, 2013. 344 páginas.  ISBN 978-84-15537-41-0. P.V.P. 18 Euros.

Un libro cien por cien periodístico, testigo de una realidad, de unos personajes, de unas circunstancias. Relato uno por uno de 77 protagonistas de los años 70 y 80 del siglo XX en Guadalajara. El periodista, el maestro en tomar la realidad por solapa y contársela a los demás en “Nueva Alcarria” es Luis monje Ciruelo, quien a sus casi 90 años ha vuelto a dar un nuevo giro de tuerca, y ha conseguido que esa realidad antigua, vibre ante el lector de hoy, recupere su voz que a punto estaba de apagarse.
El libro, en principio, puede parecer ajeno y anticuado. Pero en cuanto uno lo toma en las manos, le pasa las hojas, mira las fotografías, se para a leer algún párrafo, ya no hay escapatoria: se queda enganchado al libro, empieza por el inicio, y no lo deja hasta el final.
La estructura es bien simple: Monje ciruelo en la mitad de los 80 del pasado siglo, entrevistó largamente y resumió luego en una página del periódico las impresiones de lo que 77 personas que en esos momentos eran protagonistas le fueron contando. Hay políticos, artistas, escritores y empresarios. Hay militares, curas y sindicalistas. Hay de todo, pero siempre con nombre y apellido: identificados e identificables. Incluso hoy. La segunda parte de cada entrega, son las palabras que en estos días, ya avanzando el siglo XX, nos dicen esos antiguos protagonistas del Cambio, y expresan su ilusión/desilusión, su alegría de ver lo logrado, o su desesperanza al confesar que se hundió su proyecto. Algunos de ellos han muerto, y entonces son sus familiares, amigos, o gente que con ellos compartió el momento de la Transición, los que se expresan. Fotografías del antes y el después aparecen como un complemento que para muchos, con cierto morbo, (por lo que de cruel tiene el paso del tiempo sobre la faz de los hombres) será lo mejor del libro.

La opinión del autor

El libro lleva unas palabras introductorias de Ana Guarinos, presidenta de la Diputación Provincial de Guadalajara; le siguen unas cuantas páginas escritas como Prólogo por el profesor Ciriaco Morón Arroyo. Y se completa con unas apreciaciones, explicaciones o justificaciones del autor, del siempre joven y animoso Luis Monje Ciruelo, de quien cualquier piropo o alabanza en este momento sabe a poco. Porque su labor periodística y hondamente humana se ve cuadriplicada en este libro.
Dice así, entre otras cosas, el propio Monje, de su libro: “Cuando proyecté este libro no imaginaba el berenjenal en que me metía. Decidí hacerlo animado por unos amigos, que consideraban que aquella larga serie de entrevistas a personalidades de la provincia, publicadas semanalmente en Nueva Alcarria a lo largo de 1985 y 1986, merecían ser releídas y reflexionadas. Decían que eran unos interesantes documentos humanos que no podían quedar sepultados en el maremagno de las hemerotecas. Y como un autor no necesita que le empujen para transformar sus escritos volanderos en libro, me dejé convencer complacido. Y aquí está el resultado de mi laboriosidad, diría mejor de mi fuerza de voluntad, de mi perseverancia y, quizá, hasta de mi larga paciencia”.
Y nos aclara luego: “Vaya por delante que el título de este libro “Alcarreños de la Transición” no responde exactamente a la realidad, porque entonces habría tenido que limitarme a los políticos para estas entrevistas. Los califico de la transición porque son personajes de esa época, no necesariamente protagonistas de ese histórico período, pero sí testigos, fiadores y avalistas del cambio, y me ha parecido que esa circunstancia podía ser un elemento de unidad y hasta de identidad. No tendría si no explicación que entre los entrevistados, además de los políticos que la vivieron y la hicieron, figuren un obispo, un general, un prelado de Su Santidad, médicos, escritores, periodistas, científicos, etc. Hasta un rejoneador, el mejor de su época.
Lo que sí puedo afirmar es que “Alcarreños de la Transición no tiene, por mi parte, el menor atisbo político, puesto que entrevisté personajes de todas las ideologías: desde el Partido Comunista, UGT y Comisiones Obreras hasta Falange Española y Fuerza Nueva pasando por PSOE Y U.C.D.. Y, por, supuesto, como se ve, gran parte totalmente apolíticos”.
Si los periodistas de hoy tienen de quien fijarse (y fijarse es algo saludable y muy provechoso para caminar por la vida) ese es Monje Ciruelo. Llega a decir, al final de su proemio, que “Ahora es cuando me he dado cuenta de que el Periodismo, que ejercí con plena vocación, me hizo feliz en el trabajo. Al abandonar por jubilación casi toda actividad periodística, esta faceta de escritor me ha permitido continuar escribiendo para llenar de una manera activa el amplio margen de mis ocios como miembro de una, no sé ya si Tercera o Cuarta Edad”. Pero sea cual sea la edad en que se encuentre, su ánimo no se viene abajo, y las ilusiones del inicio se mantienen intactas. Por eso ha insistido en sacar adelante esta edición. Y por eso, nos consta, ha animado a muchos otros a que le ayudaran en ello. Los lectores, en definitiva, son los que van a disfrutar con la lectura de este libro-crónica prieto de alcarreñismo, vigoroso de vida.

20 de diciembre de 2013

Una novela que nos lleva a la Zorita medieval

Almendros Alvarez, Pedro Pablo: “La cruz y los canes”. Edición del autor. Colección Mapablan histórica. Guadalajara, 2012. 316 páginas. ISBN 978-84-615462-17. PVP 18 Euros.

Un nuevo libro que nos propone evocar la tierra de Guadalajara en la antigüedad. Basado en historias reales, en momentos ciertos del pretérito, pero relatados por personajes ficticios, dentro de secuencias que podrían haber sido ciertas y son solamente fantasía. Una obra que evoca la época de gloria del obispado de Sigüenza, el momento capital de los calatravos en Zorita, y un sinfín de hechos, anécdotas y momentos reales en el Reino de Toledo.

En esta novela, aparece Sigüenza durante el primer cuarto del siglo XII. En ese instante, un pastor que acude en busca de su rebaño y una familia judía coinciden en el momento en que se batalla por la reconquista de la villa. En las hostilidades destacan unos jóvenes cristianos procedentes de Atienza que, tras la liberación de la ciudad episcopal, acabarán recorriendo buena parte de lo que hoy es la provincia de Guadalajara tras la pista de un gran tesoro que puede comprometer el futuro de la reconquista de Castilla. Esa búsqueda mantiene a todo el orbe cristiano con los ojos puestos en su desenlace.

El autor tiene la capacidad de captar nuestra atención con emociones que se suceden y con las formas en que describe personajes, vidas y costumbres de la época. Una gran documentación ha manejado para finalmente ligar a la perfección esta historia emocionante. En su transcurso, se intercalarán las disputas entre el Papa Calixto II, el antipapa Gregorio VIII, el emperador del Sacro Imperio Romano Gerrnánico, el arzobispo de Toledo y otros diversos personajes históricos que se mezclan con muchos más, ficticios, en una historia de batallas medievales. aventuras, viajes, amor ...

Pedro Pablo Almendros Alvarez es abogado y ha ejercido su profesión en Pastrana y en Guadalajara, estando actualmente al servicio de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha como empleado público. Con raíces familiares en Atienza, ha vivido también largo tiempo en Sigüenza y alrededores. Esta es su primera novela, y con ella nos sorprende a través de esta trepidante novela histórica ambientada en una época de la que nos quedan pocos documentos escritos y localizada en una zona injustamente olvidada en este tipo de literatura. Su dinamismo pretende mantener al lector pegado a sus páginas y le llevará a descubrir una parte poco conocida de nuestra historia provincial. La cubierta, de Nuria Moreno Lloret, muy acertada y atractiva. Solo una pega: una novela no se puede imprimir en letra de tipo sans serif, porque cansa mucho su lectura. La próxima seguro que va a entregárnosla en el clásico serif de Times, Modern o Garamond, mucho más cómodos para mantener la atención en el tema que leemos.





19 de diciembre de 2013

Reflexiones desde Guadalajara

Una de las editoriales surgidas en Guadalajara, que con la crisis del sector editorial no pasó del primer libro, fue EUROBUCH España, que se estrenó en 1997 con el lanzamiento de un libro que, como no podía ser menos, estaba dedicado a Guadalajara. Se estrenaba, admeás, colección: la de "Letras de hoy". Que persigue dar a conocer la producción literaria y ensayística de cuantos autores se entregan, con entusiasmo diario, a construir el mundo con sus escritos.
Lo que no estrenaba entonces Eurobuch era autor. Porque Juan José Fernández Sanz tiene ya en su haber varios títulos, alguno de los cuales está publicado por AACHE en su colección "Scripta Academiae". Además es autor de otro gran libro sobre la obra de Ferrán.
En esta ocasión, Fernández Sanz nos brinda una visión amplia, minuciosa, de la provincia de Guadalajara, a través de artículos sueltos, previamente publicados en la prensa local, que exponen los conflictos sociales, económicos y culturales a que se ve abocada nuestra tierra. Con crudeza y sinceridad, el autor va exponiendo la situación de las minas de caolín en el Alto Tajo, del patrimonio artístico en Guadalajara, de la despoblación del Señorío de Molina o de las posibilidades de una Feria como la Apícola de Pastrana. Analiza posibles vías de crecimiento y desarrollo, y toca, incluso, temas más generales, de Castilla especialmente frente al resto de autonomías, incluso del Estado en su conjunto ante los retos de la unión a Europa.
Es además muy emotivo, bellísimo en su texto literario, hondo en su análisis sociológico, el Prólogo Sentimental que pone al libro Jesús de Juana López, molinés también, como el autor, y además catedrático de Universidad, académico, y hoy gobernador civil de Orense. Repasa con humor y amor los viejos tiempos en la ciudad del Gallo, y evoca juegos, fiestas y amigos. Una delicia.
La edición de este "Desde Guadalajara", a pesar de su sencillez, es de una delicadeza exquisita. En tamaño pequeño, con papel simple, a dos colores la portada, en su interior desfilan los artículos arropados por detalles ornamentales y grabados antiguos de Guadalajara debidos a la pluma de dibujantes viajeros del siglo XIX: Pascó, Oms, Pérez Villamil... un índice final nos orienta sobre las oportunidades temáticas. Son en total 26 trabajos, más una Introducción, y el Prólogo, lo que a lo largo de sus 128 páginas nos brinda este libro.

Su autor, el molinés (de Embid) Juan José Fernández Sanz, es actualmente profesor de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid. Ha colaborado en todos los periódicos de Guadalajara (desde el fenecido "Guadalajara" al acreditado "Nueva Alcarria") y es un permanente observador de la realidad provincial. Una personalidad muy a tener en cuenta de cara a plantear un mejor futuro para Guadalajara y sus gentes. En este libro, al menos, presenta las cosas con claridad meridiana.

30 de octubre de 2013

Memorias del anarquismo

ABRIENDO BRECHA. Los inicios de la lucha de las mujeres por su emancipación. El ejemplo de Soledad Gustavo.  Autor: Julián Vadillo Muñoz. Prólogo de Laura Vicente.
Volapük Ediciones, 2013 Guadalajara. 296 páginas, 13x20 cm. ISBN: 978 84 94085215. 13 euros

Abriendo brecha es un acercamiento a la historia de la lucha de las mujeres por la conquista de sus derechos, inserto además, como así fue, en el movimiento obrero. Especial atención se presta a la participación de la mujer en el anarquismo, movimiento que enseguida comprendió que las reivindicaciones femeninas eran fundamentales para la consecución de la sociedad igualitaria que pretendían. Y cómo las mujeres en el anarquismo se organizaron para conseguir emanciparse de la explotación que la sociedad les imponía.
Por último, se centra el libro en la figura de Soledad Gustavo, o Teresa Mañé, una de las pioneras en el desarrollo del feminismo desde una perspectiva obrerista. Fue maestra, impulsora de escuelas laicas y de prensa anarquista como La Revista Blanca, conferenciante activa y autora de numerosas obras de análisis libertario. En el libro se recogen los escritos más significativos de Soledad Gustavo.
Dice así Laura Vicente en su Prólogo al libro: “Estamos ante una breve, pero interesante, obra de recopilación y divulgación a través de la cual Julián Vadillo rescata a una de las mujeres que más aportó al feminismo anarquista desde el punto de vista ideológico”.
El autor de la obra, Julián Vadillo Muñoz (Madrid, 1981), es historiador especializado en movimiento obrero y libertario, afincado en Azuqueca de Henares (Guadalajara), con varias obras ya publicadas: Aproximación a Mujeres Libres; La explosión del polvorín en Alcalá de Henares de 1947; Mauro Bajatierra, anarquista y periodista de acción; El hilo rojinegro de la prensa confederal. Ochenta aniversario del periódico CNT, etc. Está a punto de ser publicada su tesis doctoral “Historia del movimiento obrero en Alcalá de Henares, 1868-1939”.
En definitiva se trata de una obra que muestra aspectos de la evolución del movimiento feminista y anarquista en un contexto local. Adquirir un ejemplar.

12 de octubre de 2013

Por la Ruta de la Lana, camino de Santiago

Pareja Pérez, J. Herminio; Malabía, Vicente: La Ruta de la Lana. Editorial Alfonsípolis, Cuenca, 1999.

Nos llega a las manos un libro que es esencial para conocer en toda su magnitud y veracidad la Ruta alternativa del Camino de Santiago, que los peregrinos seguían, en la Edad Media, y aun en tiempos posteriores, desde la costa del Levante español a Santiago de Compostela, enlazando en Burgos con el “camino francés”.
Se la llama así, porque este camino era realmente la ruta ganadera que seguían los esquiladores, ganaderos y comerciantes relacionados con las mercancías de la lana y derivados de esta, y unía al gran productor ovino de La Mancha con Burgos, capital comercial de la lana durante los siglos XVI y XVII.
Aunque la primera referencia escrita de esta Ruta la debemos a Jaume Roig, un valenciano que antes de 1460 escribió “L’Espill” (El Espejo) en valenciano, el principal documento que la describe con exactitud, con pormenor, y con etapas es una curiosa guía que fue escrita nada menos que en la primavera de 1624 por Francisco Patiño, María Franchis y Sebastián de la Huerta, y que sin mayores florituras literarias lo que hacen es ir desgranando la lista de los lugares por donde debe pasarse para caminar desde Alicante hasta Monteagudo de las Salinas, la villa conquense donde vivió Patiño, y desde la que, atravesando las tierras de Cuenca, Guadalajara y Soria llega ya a Burgos. Este camino, en sentido inverso, de Burgos a Atienza, coincide con la Ruta del Destierro del Cid Campeador, lo que equivale a decir que era ese un camino muy frecuentado y habitual durante la Edad Media.
El libro que comentamos incluye en su primera parte el relato de Francisco Patiño y María Franchis, y luego nos ofrece, con planos y descripciones detalladísimas las diversas etapas que van a permitir al peregrino, y viajero, por el interior de una España poco habitada pero rica en maravillas paisajísticas y pueblos cuajados de arte, llegar desde Alicante hasta Burgos.

El trazado del Camino jacobeo de la “Rutade la Lana

Alicante, El Rebolledo y La Alcoraya (ambas pedanías de Alicante), Orito, (pedanía de Monforte), Monforte del Cid, Novelda, Elda, Sax, Colonia Santa Eulalia (pedanía de Sax y Villena) y Villena en la provincia de Alicante; Almansa, Alpera, Alatoz, Casas del Cerro (pedanía de Alcalá), Alcalá de Júcar, Las Eras (pedanía de Alcalá), Casas Ibáñez, Villamalea en la provincia de Albacete; El Herrumblar, Villarta, Graja de Iniesta, Campillo de Altobuey, Paracuellos de la Vega, Monteagudo de las Salinas, donde enlaza con la Ruta de la Lana desde Valencia, Fuentes, Mohorte y La Melgosa (ambas pedanías de Cuenca), Cuenca, Nohales (pedanía de Cuenca), Chillarón de Cuenca, Tondos, Bascuañana de San Pedro, Torralba, Albalate de las Nogueras, Villaconejos de Trabaque, Albendea y Valdeolivas, en la provincia de Cuenca; Salmerón, Villaescusa de Palositos, Viana de Mondéjar, Trillo, Gárgoles de Abajo, Cifuentes, Moranchel, Las Inviernas, Mirabueno, Mandayona, Baides, Viana de Jadraque, Huérmeces del Cerro, Santiuste, Riofrío del Llano, Atienza, Tordelloso, Alpedroches y Miedes de Atienza en la provincia de Guadalajara; Retortillo de Soria, Tarancueña, Caracena, Carrascosa de Abajo, Fresno de Caracena, Ines, Olmillos, San Esteban de Gormaz, Matanzas de Soria, Zayas de Báscones y Alcubilla de Avellaneda en la provincia de Soria; Hinojar del Rey, Quintanarraya, Huerta del Rey, Pinarejo, Mamolar, Santo Domingo de Silos, Santibáñez del Val, Retuerta, Covarrubias, Mecerreyes, Hontoria de la Cantera, Revillarruz, Cojobar, Saldaña y Burgos, donde enlaza con el Camino Francés.


Conviene saber que la Ruta de la Lana fue recuperada en 1993 por las Diputaciones Provinciales que va tocando, y que con la incansable colaboración y trabajo de la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Cuenca, Guadalajara, Alicante y Burgos se ha conseguido la señalización completa desde Alicante hasta Burgos.
Un rutero de este año relataba así en blog la experiencia que había tenido al hacer el camino. Un camino que ha sido transitado ya por miles de peregrinos: “El trabajo de las asociaciones es de diez. La hospitalidad, quizás porque los pueblos no están todavía picardeados habría que escribirla con mayúsculas. Como anécdota, indicar que en una de las etapas nos abordó el alcalde mientras comíamos para darnos la bienvenida y agradecernos el haber elegido su localidad para descansar. El resto lo dejo para que lo descubráis”.
El recorrido no es especialmente duro, porque el terreno es bastante llano, con pocos desniveles y ninguno significativo. En las fechas frescas de la primavera y el otoño no ofrece ninguna dificultad, pero en el verano hay que ir con cuidado, porque se atraviesa gran parte de la España seca, continental y supercalurosa. La señalización es buena en general. Y en cuanto a albergues, la cosa está un poco más floja que en otros Caminos, pero lo suplen con lugares de acogida como polideportivos, salones de actos del Ayuntamiento, y en algunos lugares no hay más remedio que alojarse en pensión.

Uno de los “puntos negros” de esta ruta se encuentra en la provincia de Guadalajara, concretamente pasado Salmerón, el paso por el antiguo lugar de Villaescusa de Palositos obliga a los viajeros a dar un rodeo y les impide contemplar uno de los extraordinarios ejemplos de arquitectura románica medieval como es su vieja iglesia… todo porque el dueño de la finca en que se ha convertido ese antiguo pueblo la ha vallado e impide el paso de los caminantes. Situación compleja e irregular que no hay forma humana de solucionar, hasta ahora. Vaya aquí nuestro apoyo a la necesidad de facilitar de una vez por todas el paso por los caminos comunes y abiertos que deberían permitir el cruce de las tierras de España a cualquier paisano, y más aún si es “peregrino a Santiago”. Este libro, en definitiva, de Pareja y Malabía, espléndidamente editado por Alfonsípolis, es altamente recomendable para todos, e imprescindible para quienes quieran hacer, en todo o en parte, este nuevo (aunque tan viejo) Camino de Santiago. 

9 de junio de 2013

Valdesaz y "su" San Macario

Un estudio serio sobre los orígenes de la devoción
a San Macario en Valdesaz (Alcarria),
y un estudio histórico sobre este pueblo.

López Sotillo, Jesús María: Valdesaz y San Macario. Aache Ediciones. Guadalajara, 2013. 256 páginas, numerosas ilustraciones. ISBN 97-84-15537-28-1

José Luis García de Paz, junio de 2013

Me apetecía leer un ejemplar del libro “”Valdesaz y San Macario. Origen, permanencia y cambio de una relación centenaria”, de Jesús María López Sotillo. Primero me atrajo que el autor fuera un hijo de valdesaceños que es sacerdote y profesor de la Universidad Pontificia de Salamanca. Por otro la curiosidad que plantea la pregunta del inicio de la contraportada del libro: “¿Por qué los predicadores en las fiestas patronales nunca hablan del patrón de Valdesaz sino de otro santo que lleva el mismo nombre?” Como parte del folklore y el costumbrismo, ya fue parcialmente estudiado en 2005 por José Ramón López de los Mozos en un breve artículo de la Revista de Folklore titulado “Datos y tradiciones populares sobre San Macario, patrón de Valdesaz (Guadalajara)”.Lo primero, debo mencionar al “santo católico”, a San Macario el Egipcio (o “el viejo” o “el grande”) que vivió como eremita en el desierto al oeste del Nilo en el siglo IV. Se le considera “sanador” y “profeta”, y es venerado por coptos, ortodoxos y católicos. Hay un San Macario de Alejandría “el joven”, coetáneo del “viejo”, y otro San Macario de Jerusalén, obispo de esa ciudad (312-334), cincuenta años más viejo, que estuvo en el Concilio de Nicea y fue opositor a la herejía arriana. Los tres tienen festividad diferente en la Iglesia Católica: el “joven” es el 2 de enero, el “viejo” el 15 de enero, y el “obispo de Jerusalén”, el 10 de marzo. Hay algún San Macario más en el santoral, pero son muy posteriores. Según la “Enciclopedia Católica” http://ec.aciprensa.com , el más importante es el obispo San Macario de Jerusalén. Sin embargo, al asociar la tradición local al “San Macario de Valdesaz” con el eremitismo, se explica el porqué los sacerdotes católicos les han predicado sobre San Macario “el viejo”. Evidentemente, no podían hacerlo sobre un santo no reconocido en el santoral.
Según Antonio de Quintanadueñas (1599-1691) en su “Santos de la Imperial ciudad de Toledo y de su arzobispado” (1561), San Macario de Valdesaz era un santo venido de lejanas tierras con hábito de San Benito que era un “abogado de los males de las piernas”, por lo que su capilla estaba llena de muletas y cirios, “pregoneros de sus milagros”. Esta referencia es citada por el autor, claro, pero Quintanadueñas también menciona la devoción, confundida, de un San Blas, obispo de Calatrava muerto en Cifuentes en tiempos del emperador Decio, mientras que el verdadero San Blas fue el médico y obispo de Sebaste (Armenia) que vivió en la Capadocia a inicios del siglo IV. Es decir, que parece que la adscripción de un santo local a un santo reconocido por la iglesia en su santoral, no es un caso aislado.
Pero vamos con el libro. Éste no es ninguna “hagiografía” o historia de la vida de santos, aunque parte de él se dedica a la biografía del “auténtico San Macario” del santoral y a la devoción valdesaceña. Es un libro multidisciplinar pues contiene historia religiosa, costumbres y folklore local, recuerdos de historia familiar del siglo XX, un poco de historia de la localidad (especialmente cuando fue hecha villa) y de España cuando lo cree oportuno el autor, algunos rezos y oraciones, más una búsqueda en la parroquia, archivo familiar y archivos eclesiásticos y civiles. De refilón, el autor toca temas relativos a la iglesia, como su forma primitiva, forma actual y el incendio y reconstrucción aproximada del retablo central de ésta tras el incendio de 1978.

La mayoría de la documentación presentada (y eso no es una crítica, a veces yo mismo lo hago) ha consistido en recuperar y leer por uno mismo todos los documentos originales que se citan en los libros que mencionan a Valdesaz. Y después, buscar, interpretar y entender la parte que toca a San Macario en ellos. Al final del libro se recopilan los documentos seguidos de una serie de oraciones y textos religiosos locales (pags 177 a 213) seguidos de 132 ilustraciones (pags 215 al final). En la búsqueda de documentación, el autor ha usado con habilidad las facilidades de Internet para el acceso a libros y documentos. Creo importante la labor del autor al dejar los documentos accesibles en bloque al lector interesado.

En el aspecto de estudio y evolución de la devoción al “San Macario de Valdesaz”, no podemos más que admirar el trabajo realizado. Pero justo las “cuestiones pendientes de estudio” que cita el autor es lo que haría al libro algo imprescindible. Bien es verdad que el autor lo reconoce y lo deja para un trabajo posterior, que esperamos leer en un futuro no lejano.

En cuanto al tema de la devoción a San Macario, está claro que se mezclan tradiciones locales inverificables con hechos reales comprobables. Someramente, el San Macario de Valdesaz era un eremita vestido de benedictino que llegó desde tierras lejanas, vivió santa y brevemente en el lugar y fue allí fue enterrado. Llevados sus restos al norte tras la invasión musulmana, su recuerdo permaneció y fue objeto de devoción local tras la repoblación cristiana, se produjeron diferentes milagros y se edificó la capilla de San Macario de la iglesia parroquial allí donde estuviera su tumba.

San Benito de Nursia (480-547) fue el padre del monacato occidental, y bien pudo un eremita vestido con su hábito visitar y morir en Valdesaz antes de la invasión musulmana, no es imposible aunque sí es poco probable. Tampoco es imposible que las reliquias de ese santo fueran trasladadas al norte (a “Güesca”, sic), por ejemplo cuando Alfonso I se llevo (de grado o por la fuerza) a todo cristiano que pudo a las cordilleras norteñas desertizando el valle del Duero y aledaños. Claro que para que esta leyenda pasara de padres a hijos haría falta una población mozárabe que hubiera sobrevivido en Valdesaz y hubiera transmitido la devoción a los cristianos que repoblaron el “Valle de Sauces” después de la conquista por Alfonso VI, al menos hacia finales del siglo XII, pues Valdesaz se cita por primera vez en 1221. Pero, entonces, ¿cómo no es mencionada esta devoción en la Relación enviada a Felipe II en 1580? Esto es lo que más sorprende al autor del libro.

Por otro lado ¿Por qué le visten (y ascienden) a abad en las imágenes locales? ¿Por qué se le menciona por vez primera en 1648 como ermitaño muerto y enterrado en Valdesaz? ¿Es que prefirió callar sobre el santo "local" el autor de las Relaciones o que antes no existía asi su devoción?

En realidad, seguimos sin saber qué pasó con el "San Macario valdesaceño", como aparece “de golpe” la referencia al mismo y a su devoción. Está claro que la iglesia la prohíbe, la tolera o la permite, según la época, como recoge el documentado trabajo en el libro. Incluso la Iglesia lo intenta asimilar a San Macario “el grande", no sabe muy bien qué hacer con el santo. Recuerda a cuando la Iglesia asimila una deidad local o una fiesta pagana con un santo o Virgen, o una fiesta religiosa. Lo que pasa es que el hecho sucede en el inicio del siglo XVII y no en la “Antigüedad Tardía” o la “Alta Edad Media”. Me viene ahora a la memoria la aparición de la devoción a la Virgen de La Salceda (Peñalver-Tendilla) en Las Torres de Cotillas (Murcia) a finales del siglo XVII e inicios del XVIII. Como en otros lugares, a las cualidades y milagros originales del santo, se le van adornando y añadiendo con otros hechos dependiendo de la credulidad de los devotos locales.

El autor deja claro que, desde el Concilio de Trento, la Iglesia católica ha procurado eliminar del santoral a todos aquellos “santos” cuya existencia o milagros no se pueden verificar por la Iglesia. Pero también la Iglesia tolera las devociones locales que no estén en contra de la Doctrina. Y también, como dijimos, deja para más adelante un trabajo más extenso que esperamos leer con la misma facilidad de lectura documentada que la que tiene el libro que ahora comentamos.

3 de junio de 2013

Las memorias de Antonio Pérez Henares


Pérez Henares, Antonio: “Yo, que sí corrí delante de los grises”. Editorial Almuzara, Córdoba, 2013. 342 páginas, una ilustración.

Muy joven aún, Antonio Pérez, alias “Chani”, nos entrega el primer tomo de sus “Memorias”. Ahí es nada. Y además hechas como deben hacerse: cuando uno aún tiene memoria. Porque si esperas a escribirlas cuando pasas de los 80 y tienen que llevarte en silla de ruedas, como esperan otros, pues como que la mayoría pensamos que esas memorias se las han escrito, porque con los años (qué duro es reconocerlo) la memoria se deshilacha, y cuando vamos a por su paño, nos encontramos agujeros, hilos sueltos, lástima.
Entretejidos en sus 342 páginas, hay dos temas que se solapan continuamente: la vida personal, con sus amores (bastantes), sus odios (pocos) y sus angustias, sus miedos (algunos) y sus victorias. Y el otro tema, la realidad histórica del país, de la ciudad, de las gentes que dieron vida a una época convulsa, -ahora nos damos cuenta que apasionante- de la historia moderna de nuestro país.
Lo que nos entrega Antonio Pérez de sus memorias personales, nos lo creemos de principio a fin. No nos queda otro remedio. Es su vida, y nos la entrega, y con bastante generosidad, por cierto, aunque casi siempre tiene el pudor de no comprometer a nadie con nombres propios. Lo que nos cuenta de la historia de España en cuyo torbellino vive, es realidad absoluta, y, por lo que colijo, ha tenido que manejar mucha información, lo que hace al libro un ejemplo de hilo trabajado, de tejido documentado, de búsqueda en hemerotecas, porque no me cabe en la cabeza que todos esos datos los lleve, tan frescos, en la suya.
Solo le encuentro un pero a este libro tan entretenido y enjundioso de Pérez Henares. Aunque la culpa no es suya, sino del editor, que tenía que haberle echado una semana más de trabajo al tema: le falta un índice onomástico, lo que serviría para transformar esta obra, de simple lectura memorística, en herramienta de trabajo.
Como yo tengo la manía de leerme los libros en clave alcarreñista (una estupidez como otra cualquiera, pero estas cosas nos hacen más humanos) he ido apuntando los nombres de la gente que aparece en el libro, que es de Guadalajara, que vivió o aún vive aquí, que conozco, y que así le presta al libro una nueva dimensión, la de “libro local”.
Y en ese sentido, me voy a permitir anotar aquí, y por orden alfabético, que con esto de los ordenadores no es nada difícil conseguirlo, los nombres de alcarreños (todos varones, menos una…) que aparecen y en qué página lo hacen. Son estos:

Beladíez, Jesús
87, 260
Buero Vallejo, Antonio
14, 112
Buson, Jaime
114
Cardero Prieto ("Kinder")
110
Cobos, Emilio
43
Dominguez Unica, Rafael
314
Durán, hermanos
113
Embid Villaverde, Salvador
14
García Breva, Javier
115
García Mendez, Javier
328
Grandes, Agustín de
313
Grandes, Luis de
255 y ss.
Herguedas, José Luis
313
Irízar, don Mauro José
313
Irizar, Javier
314
Martín Carraux, Juan A.
279
Palero, Francisco
314
Pérez, Alberto
111
Relaño
241
Rey, Julio del
113
Rico, Antonio
314
Sanchez Ripa, Oscar
314
Súarez de Puga, Luis
(aunque le llama José Antonio)
313
Utrilla, Joaquin
87
Zaragoza Orts, Pedro
248
Zori, Pilar
314

Además aparecen aquí y allá sitios de la ciudad, como el “Angelo & Frankie” (p. 212) y el mítico “El Chamizo” (p. 214 y ss.), y, obviamente, la Comisaría y el Gobierno Civil de las Cruces.
En definitiva, un libro entretenido, en el que Chani oficia de cronista de la contemporaneidad, y en el que visto todo lo que cuenta, uno entiende que se ría de todos los que recién llegados a las barricadas en defensa de la Libertad y la Democracia (muerto ya el Generalísimo en la cama y silenciados sus colaboradores) anden extendiendo pasaportes de progresismo, y diciendo (sobre todo a él, que “Sí que corrió delante de los grises”) lo que está bien y lo que está mal en el retablo de la progresía.

A.H.C.

10 de mayo de 2013

Arte y Humanismo en Guadalajara

Arte y Humanismo en Guadalajara es la obra que nos explica
la expresión artística del linaje Mendoza en esta ciudad.




















Una nueva clave para entender la historia de nuestra ciudad: 
Arte y Humanismo en Guadalajara, de Antonio Herrera Casado.

José Luis García de Paz, abril de 2013

Acabo de leer un ejemplar del último libro publicado por Antonio Herrera Casado, Cronista Provincial de Guadalajara y profesor de la U.A.H. Éste, tras su jubilación como otorrinolaringólogo, ha tomado más ímpetu en su faceta de Cronista, investigador e historiador. Por ello, está retomando temas que quedaron faltos de quedar plasmados en letra impresa, o que necesitan una puesta al día cuando han pasado tres décadas, o más, desde que los publicara y que, como autor que no ha dejado nunca de lado dicho tema, piensa que necesitan una actualización o puesta en valor. Dos ejemplos de hace bien poco son su “Historia de la Otorrinolaringología Española (1875-1936)” o su edición comentada de la “Chorográfica descripción del Muy Noble, Leal, Fidelísimo y Valerosísimo Señorío de Molina” de Gregorio López de la Torre y Malo.
Viviendo en Guadalajara, no es de extrañar que Herrera Casado dedicara su atención al Palacio del Infantado desde sus primeros años. Publicó un libro dedicado a dicho palacio en 1975, que reeditó en 1990, 1999 y 2001, ampliado. Dentro del palacio, las pinturas (entonces aún sin restaurar) de los techos de unas salas de la planta baja llamaron su atención, sobre todo porque no existía una interpretación del significado de las mismas más allá de que ensalzaban las glorias de los Mendoza. Fruto de aquella investigación fue un artículo publicado en Wad-al-Hayara en 1981 “El arte del humanismo mendocino en la Guadalajara del siglo XVI”. Que el tema era de interés se puso de manifiesto cuando Fernando Marías, profesor de la UAM, desarrollaba paralelamente una investigación sobre el mismo tema que estaba en las pruebas de imprenta. Por ello, el profesor Marías puso una addenda de dos páginas al final de su artículo comentando las similitudes y discrepancias en la interpretación de las pinturas. El artículo se titulaba “Los frescos del palacio del Infantado de Guadalajara: problemas históricos e iconográficos”, publicado en 1982 en el Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Cabe dentro de lo posible que, de nuevo, este trabajo de Herrera Casado pueda sorprender a quienes, en algún lugar de España, estén investigando estos frescos en la actualidad.
Poco después, en los años 80 del siglo XX, se restauraron y completaron las pinturas supervivientes que el palacio albergaba, y en algunos casos la rehabilitación “inventó” un poco las partes perdidas, como fue el caso de los soldados que levantaban al infante Don Zuria (zuria significa blanco en vasco) en la interpretación legendaria de la histórica batalla de Arrigorriaga, pues los Mendoza pretendían descender de dicho infante, amén de la familia paterna del Cid Campeador.
El libro que estamos comentando, “Arte y Humanismo en Guadalajara”, es un libro de arte, si bien en un lenguaje asequible aunque riguroso, que recoge las investigaciones antes mencionadas del autor, “tamizadas y completadas” por la lectura del trabajo del profesor Marías y lo investigado por él mismo en este tiempo transcurrido, en lo que el autor denomina “la versión definitiva de un apasionante trabajo”.
Comienza por una somera descripción del primer siglo del palacio del Infantado, sus arquitectos, tallistas y artesanos, así como del duque que lo mandó edificar a partir de 1480. Posteriormente indica unos datos biográficos del quinto duque del Infantado, que “perpetró” una reforma del palacio (1570-1580) largamente criticada por Layna Serrano y que tampoco parece del gusto del autor pues partiendo de un edificio de finales del gótico pretendió hacer un palacio de finales del Renacimiento (la época del manierismo) con un jardín manierista al oeste (con un laberinto y un estanque con barca), amén de habilitar unas habitaciones en la planta baja para su uso por la servidumbre y por los administradores a sueldo del duque, necesarios para controlar, regular e impartir justicia en sus villas y lugares. La verdad es que el duque supo gastar gran parte de su herencia en este palacio y en diversos fastos cuyas deudas aún existían en época del séptimo duque. En la reforma que realizó Acacio de Orejón a gusto del duque, se eliminaron varios de los artesonados mozárabes que entonces tenía el palacio.
Vistos los resultados a partir de las fotografías de los siglos XIX y primera mitad del siglo XX, y de los documentos y los escasos planos que hay en el Archivo Osuna (se puede consultar ahora cómodamente en el Hospital Tavera de Toledo y algunas partes en Internet, pero en 1980 había que ir “in situ” a desempolvar y transcribir legajos) y en el Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, bien parece que el duque actuó como los españoles que, teniendo dinero en los años 60 y 70 del siglo XX, eliminaron de sus casas una serie de bienes muebles e inmuebles por “atrasados” por los que, ahora en el siglo XXI, se pagan buenos dineros por su calidad y antigüedad. El caso es que el grandioso palacio quedó como una mezcla de los dos estilos (para disgusto de Layna Serrano) que, en la reconstrucción y rehabilitación realizada desde 1961, se devolvió en gran parte al estilo anterior a las reformas del duque. No fue una mala opción teniendo en cuenta los restos que quedaban del palacio tras el bombardeo aéreo de 1936 y el incendio posterior.
Al incendio sobrevivieron la mayor parte de las pinturas de las techumbres que hiciera Rómulo Cincinato (Florencia, c. 1540 – Madrid (?), 1597), entre 1578 y 1580, antes y mientras realizaba la primera parte de su trabajo para Felipe II en El Escorial. Herrera Casado cuenta también una somera biografía del pintor y los motivos de las pinturas, así como que también se pintaban en las salas falsos motivos arquitectónicos como ventanas falsas con paisajes y pilastras fingidas. Las pinturas, aunque no gustaran a Layna Serrano y a otros, tienen un notable valor como exponente del “humanismo renacentista” en una Guadalajara que el duque intentó convertir en una Atenas, al menos en cuanto respecta a su palacio, pues “se rodeó de una corte de humanistas, entre ellos historiadores, filósofos, novelistas, pintores y artesanos que dieron nuevo impulso al palacio y a la ciudad”.
Pueden admirarse en las salas bajas del palacio al mismo tiempo que se admiran las exposiciones temporales que allí se realizan. Las pinturas son, por su calidad, un valor añadido a estas exposiciones en las salas del Tiempo, de las Batallas (está muy restaurada, quizá algo inventada en la misma), de Atalanta (o de la caza), del Día (totalmente destruida en 1936, aunque queda una foto) y de Escipión (totalmente perdida, no queda ni siquiera una foto), así como en las saletas de los héroes romanos y de los dioses griegos. Tras una descripción del conjunto de pinturas que pueden verse, más una deducción de lo que hubo en la de Escipión y descripción de lo perdido en la sala del Día (gracias a la foto), el autor interpreta el conjunto de pinturas siguiendo la norma interpretativa iconográfico-iconológica diseñada por el historiador de arte y ensayista de origen alemán Erwin Panofsky (1892-1968), quien tras una fructífera carrera en Hamburgo, emigró a Estados Unidos huyendo de los nazis y trabajó en las universidades de Harvard, Princeton (donde murió) y Nueva York, creando una escuela que se prolonga hasta nuestros días. Es en la “interpretación deductiva del significado de cada una de las pinturas, de las salas y del conjunto” donde el propio autor reconoce que su estudio “está abierto a nuevas aportaciones, a matizaciones más precisas, incluso a un enriquecimiento de su interpretación y valoración” dado que es una interpretación, si bien avalada por años de estudio y de largas horas contemplando estas pinturas durante los últimos cuarenta años. No es fácil saber qué quería el quinto duque que nos dijeran las pinturas que hizo realizar a Cincinato en un estilo en el que los retratados vestían como héroes romanos aunque vivieran en la Edad Media y tomaran parte en batallas como Arrigorriaga y otras en las que intervinieron los antepasados de los Mendoza, como, presumiblemente, fueron las Navas de Tolosa o Aljubarrota, aunque no aparezca claramente en las pinturas de la sala. Pero sí están claras la fama y las virtudes que querían indicar que eran propias de su dinastía, representadas por las que tuvieron los héroes clásicos romanos que se hallan pintados (en este caso se pretendía que fueran las virtudes cardinales: prudencia, justicia, fortaleza y templanza), y su amor por las humanidades y el clasicismo, aquello que se ha denominado el “humanismo” y que este muy recomendable libro pretende hacernos llegar.

7 de mayo de 2013

Una temporada en Israel con el Tzahal



García Seror, Antonio: “Dos semanas en el Tzahal”. Aache Ediciones. Colección “Letras Mayúsculas”, nº 36. Guadalajara, 2013. 164 págs. 13 Euros

El Tzahal es el ejército del estado de Israel. Un ejército diferente a todos, dispuesto a la defensa de su país y de sus ciudadanos, escueto en sus medios pero presto para la máxima emergencia defensiva en 24 horas. Además de sus dos grupos básicos de soldados, los combatientes y los no combatientes, existe un ejército auxiliar de voluntarios internacionales, que por amor al país, por admiración o por simple curiosidad, se enrolan cortas temporadas para colaborar, aprender y prestar su voz de apoyo a este pequeño y antiguo país mediterráneo que es Israel. Esta organización es la llamada SAR-EL, y es en la que el autor de este libro ha vivido dos intensas semanas a comienzos del año 2013.
Estas vivencias, contadas de forma amigable, en coloquial diario, son las que constituyen la esencia de este libro. Hay una introducción acerca de los orígenes y la creación del estado de Israel, y una descripción de la forma en que opera su ejército, concebido esencialmente como defensivo. A continuación el autor explica la idea de hacerse colaborador voluntario durante unos días en esta organización, que cuenta con enlaces en todos los países occidentales. Desde Madrid, y su consiguiente traslado a Tel-Aviv, se nos explica el viaje hasta la orilla más oriental del Mediterráneo, la forma en que es recibido junto a un amplio y variopinto grupo de personas, su alojamiento y las tareas, sinsabores, emociones y alegrías que se suceden en las dos semanas que permanece activo.
Tiene tiempo el autor a descubrir la ciudad nueva de Tel-Aviv, la santa de Jerusalem y a sus gentes, su vida diaria, y sus problemas nacionales e internacionales. En las breves 164 páginas de este libro, que se lee de un tirón en poco más de 3 horas, encuentra el lector una dinámico y realista reportaje acerca de la situación del Israel actual, que no es ni mucho menos un país temeroso o en guerra, sino un rincón del mundo alegre, democrático, entusiasta y receptivo.
Se añaden algunos apéndices que complementan lo leído en las iniciales páginas, ilustradas con imágenes relativas a la estancia del autor en el campamento de voluntarios, y en ese sentido podemos conocer las personalidades (con sus gustos y problemas añadidos) de los compañeros de la acción, así como una historia curiosa de la Aliyá (la arribada a Israel de judíos exteriores) desde Etiopía, así como las razones que García Seror esgrime para justificar este tipo de voluntariado y otros voluntariados. La esencia antropológica de este conocido autor y analista del alma humana queda perfectamente reflejada en las páginas de este sencillo e interesantísimo libro sobre Israel y su ejército, que mantiene su actualidad palpitante.

A.H.C.

10 de febrero de 2013

Por las Alcarrias de Guadalajara y Cuenca


Alfredo Villaverde y Raúl Torres: “Viaje a las Alcarrias”. Editorial Llanura, Madrid, 2006. 232 páginas, ilustraciones en monocromo y color.

Aunque ya en el blog del Desván de mis Libros se contiene una amplia y original presentación de este libro (ver aquí), quiero ofrecer mi impresión, aunque sea breve, de estas páginas, porque considero que la obra que publican conjuntamente Alfredo Villaverde y Raúl Torres, cada uno pateándose “su Alcarria particular” (Villaverde la de Guadalajara y Torres la de Cuenca) es de una sutileza especial, y va a proporcionar a quien lea este libro un cúmulo de sensaciones densas, recogiendo una información que no por conocida va a sobrar, porque en cada página hay un destello nuevo, alguna sorpresa.
Villaverde hace en breves escritos que se suceden  sin descanso, un recorrido literario inicial por la palabra “Alcarria”, y ensaya su andar por la Pastrana de la princesa de Éboli, subiendo al mirador de Trijueque, acudiendo a Valdearenas y paseando con delectación por Tendilla, donde rememora sus viejas ferias, subiendo luego a las ruinas de La Salceda, donde adivina opulencias y abandonos. Es larga su estancia en Lupiana, y allí mezcla el recuerdo de los jerónimos, la brillantez del mejor plateresco y el recuerdo de las películas musicales. Pero no olvida a continuación la historia que el “ciudadano Kane” movió sobre el monasterio de Ovila, junto a Trillo, cuando en 1931 el periodista Hearst lo compró y mandó desmontarlo entero.
Recuerda Villaverde a los que han escrito por y a través de la Alcarria: al autor del Cantar de Mio Cid y a León  Felipe, junto al Arcipreste de Hita p Camilo J. Cela. En Pastrana vuelve a soñar con Santa Teresa, con San Juan de la Cruz, y a partir del “Amparito Roca” en Guadalajara, donde entrevista a Jesús Velasco, el más internacional de los chefs de nuestra tierra, aprovecha los saberes de Adolfo y nos planta una crónica densa de fogones y manteles… un recuerdo para los escritores y pintores vivos, sus amigos, que se redondea con un memorial a Camilo José Cela, el gran andarín de esta tierra a través de su “Viaje a la Alcarria”, sin duda el mejor de sus libros, el que quedará sonoro para siempre.
Alfredo Villaverde y Raúl Torres, autores de este libro.
Por la Alcarria de Cuenca se entretiene Raúl Torres, que sabe cosas y sabe decirlas. No en vano ha vivido en esta tierra, donde nació, hace ya unos cuantos años, y en ella ha sorbido colores y memorias. En Villar de Domingo García, y en Priego, el autor desgrana edificios y personajes, callejea y se emociona. Busca allí a los alfareros más sapientes, y recita en las esquinas, como lo hace en Carrascosa del Campo y luego en Huete, donde se extasía ante sus viejos palacios, sus cuestudas luminosidades y acaba en el viejo convento de los mercedarios, ahora Museo de Florencio de la Fuente, joyel increíble en estos entresijos de la tierra. Otro maravilloso artículo dedica a Buendía, y rememora su encuentro y amistad con Camilo José Cela, pasando a recordar comidas y aperitivos con los famosos, y acabando dándonos envidia al referir su preferencias culinarias, que se cifran en los huevos con chorizo frito, más los zarangollos de esta tierra, que se resiste a ser develada, pero que entre Villaverde y Torres lo consiguen. ¡Bendita tierra de Alcarria! Cuajada de sencillos humores, solemne por lo lejana, hermosa de natural y sin repintes. Lozana siempre, amada siempre, Alcarria.

Antonio Herrera Casado

6 de febrero de 2013

San Macario hallado en Valdesaz


López Sotillo, Jesús María: “Valdesaz y San Macario. Origen,permanencia y cambio de una relación centenaria”. Aache Ediciones. Colección deCastillaPueblos, nº 2. Guadalajara, 2013. 256 páginas. Muchas ilustraciones.

Un libro curioso, muy documentado, con muchas preguntas iniciales y suficientes respuestas finales. Un libro de investigación, en el que ha puesto muchas horas, mucha pasión, y todo su bagaje de intelectual, el autor que tiene sobre sus hombros una larga vida de estudios y análisis de la realidad humana. En este caso, López Sotillo toma la lupa y examina un aspecto del lugar donde sus mayores vivieron durante siglos, para tratar de explicarse la razón de una serie de leyendas que nadie ha llegado a aclarar nunca.
Esas leyendas, cifradas en un solo motivo, vienen a referirse al patronazgo de San Macario sobre Valdesaz. Este santo, al que los santorales al uso colocan en el Egipto cristiano de hace 15 siglos, fue patrón de la villa durante generaciones, hasta llegar un momento en que aparece una figura muy especial, la de un anacoreta que vive en el término, y al que se se le hace patrón, con el mismo nombre, pero con distinta biografía, de este rincón alcarreño.
Para llegar a plantearse el por qué y el cuándo de ese cambio de personajes, López Sotillo tiene previamente que enfrentarse al estudio meticuloso del primitivo anacoreta oriental, San Macario el Viejo, o San Macario el Grande, como s ele conoce en los anales piadosos, y por otra parte analizar los documentos del siglo XVII en los que aparece, como recién llegado, otro San Macario eremita y beatífico ser solitario de los montes de Alcarria, del que se llegaron a contar historias precisas, y que ha venido a tomar el protagonismo en las festividades del pueblo.
Ese cambio de un san Macario en otro, se produce lentamente, sin apenas anclajes documentales, hace siglos. Y de ese cambio, de las tradiciones que genera, de las querencias y fiestas que protagoniza, es de lo que están tejidas las páginas de este libro, que asombra por lo detallista del estudio, por el mimo que pone en intentar dejarnos las cosas claras, a pesar de lo embarulladas que al principio se nos presentan.
Si el libro se lee entero, la cosa quedará clara. Yo al menos “he cogido” el mensaje, y he llegado a pensar –con la razón que tomo de tantos silogismos por parte del autor- que de una figura del primitivo santoral oriental, surge un San Macario literario, construido [¿inventado?] y superquerido en el Valdesaz de hoy y siempre. Documentos, reflexiones, tradiciones, pasiones…. Todo ello cuaja en esta obra rigurosa y meditada de López Sotillo, que se ve que ha disfrutado escribiéndolo. Y eso, para mí al menos, es lo más importante vitalmente hablando de un libro y su autor: que haya puesto pasión y vida en sus páginas, porque al final eso se transmite al lector.
El volumen se completa con un abultado capítulo de “Aumentos documentales” reproduciendo cartas, capítulos, documentos… mil cosas que atañen a la historia. Y luego con multitud de imágenes que nos muestra gráficamente todas las esquinas de esta aventura legendaria: el templo parroquial de Valdesaz, sus ermitas, la naturaleza del entorno, documentos, libros, estatuas, pinturas, elementos tradicionales… en el marco de un historia completa del pueblo, de Castilla entera, de España también. Muy entretenido y útil, en suma. Imprescindible, además, para los bibliófilos de Guadalajara.

Herrera Casado

3 de febrero de 2013

Viajes sin vuelta atrás


Rubén Madrid, en “Cultura en Guada.es” de 31/01/2013

Aparicio Tercero, Josean: Exiliados del paraíso. Relatos. Editorial Volapük.Guadalajara, 2012.

Uno se aproxima con cierto escepticismo a los estrenos de un autor, las óperas primas o, en general, los escritos de un autor novel. No sorprendería encontrar autores que editan obras muy menores aunque se vendan como la novela genial, como tampoco descubrir verdaderos artistas o virtuosos que se refugian en autoediciones o pequeñas editoriales a falta de mejores oportunidades para ser leídos. Con estos inevitables prejuicios ha llegado a la mesa de trabajo ‘Exiliados del paraíso’, que pronto se ha ganado un lugar de privilegio en la butaca de las buenas lecturas.
El estreno editorial del molinés Josean Aparicio, a quienes los lectores de Cultura EnGuada ya conocen por su aparición en ‘Proyect-Arte’ y por su participación en la serie de relatos de Navidad, se titula ‘Exiliados del paraíso’ y tendrá su puesta de largo el 5 de febrero en Dávalos. Se trata de un compendio de escritos de muy diversa índole, todos ellos con una prosa sobria pero precisa, en un lenguaje limpio y sin trampa que demuestra el buen oficio de contar del autor y trasluce un mundo interior coherente e interesante, una mirada honesta a lo natural.
El debut de Aparicio, que lo es también de la recién nacida editorial Volapük (buen trabajo: legible, sin erratas, bien encuadernada, una magnífica portada...) ofrece a lo largo de casi 200 páginas una galería de personajes que viven al margen de la rueda de la posmodernidad. Lo hace abordando formatos muy diferentes, desde el microrrelato de apenas un párrafo hasta el relato largo de viajes y el reportaje periodístico, pasando por el cuento costumbrista.
Jóvenes que no encuentran su sitio en este mundo, alpinistas que buscan la fusión con la naturaleza y una nueva perspectiva de la vida, un viejo anarquista retirado y olvidado en el último rincón de la selva amazónica, viajeros que buscan una razón de ser en el trayecto o chavales que admiran la sabiduría en la voz de los abuelos son algunos de estos “exiliados del Paraíso” de Aparicio, en quien podemos intuir a uno de ellos. Son exiliados, y no desterrados, porque la suya es una renuncia voluntaria, la rebelión metafísica de quien no ve satisfecho su paso por este territorio y emigra en busca de otras sensaciones.
El libro va de menos a más. Una reflexión poética de apenas una página sirve de pórtico para el mundo de los exilios, que comienza con un primer bloque de ambientes rurales, tal vez por ser los exiliados más próximos geográficamente, y da paso después a un compendio de relatos bien armados con personajes variopintos, aunque caracterizados casi siempre por una sencillez de carácter que se enfrenta a un malestar vital. A veces hay una visión demasiado esquemática de las cosas, pero el relato siempre es impecable y ameno.
Son los microrrelatos los que, sin apartarse de las preocupaciones que muestra en los escritos que anteceden, dan a menudo una vuelta de tuerca: aquí sí despega el vuelo la literatura de Aparicio, con relatos fantásticos como el fenomenal cuento titulado ‘Momento de anhelo’ o el excelente ‘Amores ilícitos’, que dejan al lector noqueado con sus golpes de efecto.
Satisfechos podríamos estar a estas alturas, pero el escritor molinés ofrece un último bloque que acaba por rendirnos a su oficio. Sus relatos de viajes descubren a un muy interesante narrador de experiencias, que va más allá del ingenio o de la inspiración puntuales que pueden hacer brillar un pequeño relato de ficción. El reportaje literario que escribe sobre la vida de un personaje real, un anarquista retirado en Perú, y el texto final, el más largo –que bien merecería un volumen propio– con la narración de un viaje al Himalaya en los que igual combina al antihéroe de ciudad con el héroe de montaña, resultan dos muestras excepcionales de la madurez de un autor en el que hay que evitar cualquier connotación peyorativa del adjetivo novel. Aparicio es un escritor, con todas las letras.

1 de febrero de 2013

Sigüenza: lo que está en los escritos



Angeles García Écija
Editorial Rayuela
300 páginas, con fotografías a todo color.
Encuadernación en cartoné. 21 x 30 cms.
33 Euro


Sigüenza es permanente centro de atención para propios y extraños. En estos días celebra sus fiestas patronales (San Roque, Nª Sª la Virgen de la Mayor) y parece por ello estar más de actualidad. Pero siempre es Sigüenza un hito y una referencia, un lugar de obligada visita, un espacio humano que trasciende de sus proipios límites.
Escritos de Sigüenza
La importancia de un lugar se mide –si medirse pudiera- por la cantidad y calidad de los escritos que a él se refieren. Ello son el reflejo de una historia densa, de un patrimonio relevante, o de una admiración que le nace a los humanos que en él viven, o le visitan. Sigüenza ha generado, a lo largo de los últimos mil años con que cuenta de historia conocida, una cantidad inmensa de escritos: desde los documentos reales de los medievales monarcas, a las monografías que estudian su Universidad, sus templos románicos o la fiesta de los toros. Hay mucha gente, en la propia ciudad y fuera de ella, que tiene por pasión reunir libros, folletos y ejemplares de periódicos antiguos, en cuyas páginas laten la noticia, el estudio o las imágenes de la solemne belleza de la ciudad. Son los bibliófilos, los amantes de los libros.
Acaba de aparecer una publicación, extraordinaria, que viene a ser catálogo y oferta de todo lo mejor escrito sobre Sigüenza. Clasificados por temas, y precedido cada uno de ellos por un estudio de especialista, aparecen las imágenes de los documentos, libros, postales y láminas que expresan el saber de esta vieja ciudad. Están los incunables de su catedral retratados en portada; los solemnes documentos de los reyes; los legajos de catastros y privilegios; y las amarillentas portadas de tantos y tantos folletos que en detalle hablan de los detalles seguntinos. Una labor de filigrana que componen la joya que es esta ciudad.
Entre esos temas históricos, artísticos y personales, destaca el dedicado a Fray José de Sigüenza, fraile jerónimo que emerge o desaparece de la realidad cultural castellana, según la época. Ahora es preciso que empecemos a acordarnos de él otra vez, porque dentro de dos años se cumplirán los cuatro siglos de su fallecimiento, y quien puede y debe ha de ir tomando nota de este fasto cultural que en Sigüenza se celebrará, seguro, por todo lo alto.
Otro grupo de publicaciones interesantes son las guías. Bien a nivel provincial, o simplemente con una perspectiva local, existen multitud de libros que dan al curioso y viajero, con más o menos amplitud, el recuento y la valoración de los edificios de la Ciudad Episcopal. Se ofrecen los libros de Pérez Villamil (el más antiguo de los estudios sobre la catedral) y de Aurelio de Federico (el mejor ilustrado), más la breve guía de Sánchez Doncel, y la clásica de D. Elías Tormo y Monzó.
En este libro valen tanto las imágenes como los comentarios. De cada apartado en que se divide, se hace un estudio pormenorizado por parte de algún especialista en la materia. Así, hay textos del profesor Davara, del Dr. Martínez Gómez-Gordo, de Riansares Serrano (ahora delega de Cultura), del archivero Felipe Pez, y por supuesto de Angeles García Écija, que es la coordinadora del volumen. Los elementos gráficos proceden en su gran mayoría de la colección bibliográfica de Laguna Rubio, que puede darse por una de las mejores en puntos a temas seguntinos. Un acopio de escritos, y un mar de papeles, que no hacen más que confirmar la inmensa riqueza cultural que alberga Sigüenza en su casi milenaria existencia.
Monumentos de Sigüenza
En estos días de fiesta, el viajero que se acerque por la que llamamos Ciudad Mitrada podrá buscar algún detalle más que sobrepase el vuelo de sus clásicas miradas sobre el castillo, la catedral, el Doncel o la Plaza Mayor. Sigüenza es un arcón sin fondo, que ofrece siempre sorpresas, miniaturas en cada dovela, atardeceres distintos, legajos sin leer, o publicaciones raras que solo conocen un par de personas. Al dar una vuelta, a pie, por Sigüenza, uno se encuentra con monumentos o detalles en los que nunca antes se había fijado. Algunos ejemplos siguen a estas palabras, para incitar al viajero por Sigüenza a practicar el ejercicio del asombro.
En la Alameda, que está cuajada de sombras en el verano, y ahora de risa y música, destacan en sus orillas las grandes pirámides que rematan en abiertas granadas, regalo para la ciudad del Obispo Pedro Inocencio Bejarano a inicios del siglo XIX. Unos monumentos que no son nada habituales de ver, por mucho que uno se mueva mirando por el país entero.
Cerca, dirigiendo la mirada al oriente, aparece la espadaña de la ermita de San roque. Es obra del siglo XVIII, como todo el conjunto, y supone, vista así en detalle, todo un malabarismo de la piedra, que enmarca el aire de las campanas, llamando ahora ala visita de exposiciones y animaciones artísticas.
Entre la Alameda y la calle de San Roque, álzase orondo el edificio de las Ursulinas, destacando de él su fachada ondulada y sugerente del templo, que fue hecho por franciscanos, y por eso se ve, tallada en alba piedra, la cruzada armonía de los brazos (el de un fraile vestido y el de un pobre desnudo) que identifican a la Orden Seráfica. En lo alto del volado frontón, casi inaccesible a la vista, esgrime su poblado firmamento el escudo heráldico de los Salazar, fundadores del convento y patrocinadores del gasto inmenso del templo. Se convierte así en detalle patrimonial que evoca un buen corazón, y generoso.
No lejos de allí anda el Callejón de Infantes. Su superficie es ahora, en verano y fiestas, un apretado aparcamiento de coches. Prefiero verlo en el invierno, con la superficie enlosada cubierta de hielo, pero con sus fachadas de arenisca rojiza preñadas de sombras. Las que se forman cuando el sol se deja caer, de lado, sobre tanta filigrana barroca como el arquitecto Bernasconi le puso a esta fachada del Colegio de Infantes. Aparte de tallas, escudos y retorcidos moldurones, en las abiertas metopas que escoltan triglifos en el dintel del hoy Colegio de Padres Josefinos, fueron talladas unas simpáticas alegorías al arte, al canto y a la música. Interpretadas por niños desnudos protegidos de diosas y en una actitud de entusiasmo y predisposición por aprender y mejorar.
Los balcones orondos de este callejón, la gran verja que cierra el arco de acceso a los patios traseros de la catedral, y ese aire de severidad jesuítica que impregna el sitio, le hace meta de muchos pasos.
Siga el viajero a su aire. Vuelva a la plazuela de las Tres Cruces, que se alzan como regadas del sol de atardecida. Suba la cuesta y póngase ante la fachada catedralicia, y mire las arquivoltas con premio de la puerta del Evangelio, o el relieve alabastrino en el que tallada aparece María donándole la casulla a San Ildefonso. Alce la vista y atrase el cuello para alcanzar las campanas, que en ellas está también la historia, la bibliografía y la emoción de esta Sigüenza que nunca acaba.
Testigos de la historia de Sigüenza
Acaba de aparecer, editado por Rayuela (la librería de Sigüenza) un precioso libro que es al tiempo cifra de conocimientos, caudal de informaciones, y bello objeto para el paladeo de las manos y las retinas.
Se trata del titulado "Testigos de la historia de Sigüenza" y supone una exposición gráfica comentada de las más sustanciosas piezas de la bibliografía seguntina.
Se fundamenta en el aporte de muchos –escritores, coleccionistas, periodistas, archiveros...- pero han sido fundamentalmente los escritos de Angeles García Écija y las piezas de la colección de José Angel Laguna Rubio las que sirven de basamenta a esta obra.
Encuadernada en cartoné, con pasta dura, con casi 300 páginas todas impresas a color, esta obra se divide en apartados que ofrecen imágenes de libros y documentos referentes a muy diversos temas seguntinos: desde la memoria de Fray José de Sigüenza, a las tradiciones en torno a Santa Librada. Lo apartados que ofrece son estos: Archivo Municipal de Sigüenza, Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, Archivo Catedralicio, Fray José de Sigüenza, Histórico y Religioso, Mundo Científico, Guías de la provincia y Sigüenza, Literatura, Catedral, Colegio-Universidad de San Antonio de Portaceli, Santa Librada, La prensa seguntina en el primer tercio del siglo XX, y Varia.
Y cada uno de ellos lleva una introducción escrita por un especialista en el mismo. Un libro, sin duda, de apasionante lectura e ingente información, que se hace imprescindible para cualquier coleccionista de libros de tema seguntino.