2 de marzo de 2012

Castillos del reino de Toledo


J. Santiago PALACIOS ONTALVA, Fortalezas y poder político. Castillos del reino de Toledo, Guadalajara, Aache ediciones, 2008, 430 pp. ISBN 978-84-96885-31-8.

por FRANCISCO GARCÍA-FITZ / Universidad de Extremadura / Revista Anuario Estudios Medievales. CSIC. Barcelona, 2011

Los huesos del reino. William de Newburgh, el cronista inglés del siglo XII, no pudo encontrar una mejor expresión para resumir el complejo significado y la extraordinaria importancia de los castillos en la vida y configuración de los reinos medievales. Hace tiempo que la historiografía especializada viene poniendo de manifiesto la profusa red de funciones que se articulaba en torno a aquellos edificios: por supuesto militares, pero también políticas, sociales, económicas y simbólicas. Todo un amplísimo conjunto de relaciones humanas entretejidas en torno a aquellos puntos fuertes que se erigían perfilando el paisaje de una manera característica, y que hacía de ellos elementos esenciales para la vertebración del espacio y para el control de los hombres en no pocas de sus múltiples manifestaciones: efectivamente fueron los elementos sólidos, pétreos, sobre los que se soportaban la seguridad física de las poblaciones y sus expectativas de conquista, las relaciones de dominio y sometimiento entre gobernantes y gobernados, la ordenación de buena parte de la actividad productiva, la plasmación simbólica de la realidad social, en definitiva, la fortaleza del reino.
El autor de la obra que comentamos, Santiago Palacios, ha comprendido en toda su extensión la magnitud, complejidad y trascendencia de este fenómeno y se ha propuesto desvelarlo y desmenuzarlo tomando como marcos de referencia unas coordenadas espacio-temporales privilegiadas para llevar a cabo una tarea tan ardua como historiográficamente productiva: el reino de Toledo entre las últimas décadas del siglo XI y mediados del XIII. Por las propias circunstancias históricas que se desarrollaron en aquel espacio durante aquel tiempo, la elección no podía ser más pertinente: una geografía suficientemente delimitable, un paisaje encastillado, un ámbito fronterizo y conflictivo, unos procesos políticos de cambio, unas dinámicas institucionales, sociales y económicas profundamente marcadas por el signo de la transformación. Todo lo preciso para el análisis en profundidad de los castillos desde una perspectiva histórica global, que a la postre es la que se espera del historiador. Y Palacios Ontalva demuestra que lo es.
Partiendo de lo que fuera su Tesis Doctoral, dirigida por cierto por uno de los investigadores que más y mejor ha contribuido al conocimiento de estos fenómenos –el profesor Carlos de Ayala Martínez–, la obra se sustenta sobre una hipótesis inicial a la que constantemente se remite a lo largo del texto: la idea de que los castillos y fortalezas del reino de Toledo contribuyeron a dotar de coherencia institucional al conjunto de la corona de Castilla y, por extensión, de la propia monarquía, mediante su implicación funcional en muy heterogéneos aspectos sociales, políticos o económicos (p. 16). Para demostrarlo, el autor estudiará la diversa funcionalidad de las fortificaciones toledanas desde variados puntos de vista que, por expresarlo de una manera simplificada, cabría decir que presentan al menos tres niveles de análisis: el militar, el político y el económico, si bien los entrecruzamientos son una constante a lo largo de todo el texto, como por otra parte exigía la propia realidad histórica abordada. 
Para llevar a cabo tal tarea, el autor siente la necesidad de abordar dos cuestiones previas: primero, realizar una reflexión en torno al concepto geográfico de “reino de Toledo” –capítulo 2–, reflexión que sirve no solo para definir territorialmente la entidad geográfica del concepto, para marcar sus límites y fronteras, sino también para presentar “la percepción” del mismo como un conflictivo espacio fronterizo, en el que las fortalezas constituyen una referencia básica del paisaje, íntimamente conectada con la red de caminos, con los grandes hitos orográficos y con la red hidrográfica.
La segunda reflexión previa, a la que se dedica el capítulo 3, se refiere a las transformaciones experimentadas por el “sistema defensivo” del reino de Toledo en el paso del dominio islámico al feudal: partiendo de la organización castral y de la tipología, nomenclatura y funcionalidad de los castillos andalusíes, se abordan las continuidades y cambios experimentados en estos y en sus territorios castrales a raíz de la conquista, unas transformaciones que determinarían un incastellamento distinto al anterior, ahora dirigido por la monarquía, orientado al cumplimiento de nuevas funcionalidades de carácter feudal y condicionado por los nuevos modelos de organización social implantados sobre el territorio –señoríos, ciudades, encomiendas de órdenes militares–.
Aclarados el encuadre geográfico y las transformaciones del sistema, el primer nivel de análisis de las fortalezas toledanas y de su vinculación con el poder político, viene representando por el plano bélico –capítulo 4–. Durante todo el período que abarca el estudio, el espacio comprendido entre el valle del Tajo y Sierra Morena fue el escenario fronterizo en el que se dirimió la lucha entre cristianos y musulmanes por el control territorial de buena parte de la península Ibérica. En consecuencia, la guerra fue una prioridad constante que tuvo a las fortalezas como eje de referencia obligado y que determinó la cristalización de un determinado tipo de frontera. El análisis de la funcionalidad militar de los castillos –tanto en el contexto de una estrategia defensiva como, sobre todo, en tanto que protagonistas de las acciones ofensivas y conquistadoras– tiene un interés histórico de primera magnitud.
Pero la funcionalidad de las fortalezas fue más allá de la realidad estrictamente bélica, por cuanto que demostraron servir como eficaces herramientas para la construcción de entidades políticas de ámbito suprarregional, actuando como elementos que contribuyeron a dar cohesión institucional a un ámbito aparentemente deslavazado y a la vertebración del reino castellano (p. 241). Es a ello a lo que se dedica el capítulo 5 de la obra: arrancando del análisis de los fundamentos políticos y jurídicos de la suprema potestad regia sobre los castillos, se demuestra el papel central de las fortificaciones en el engranaje político del reino, en la conformación y consolidación de las relaciones feudales, y en los procesos de colonización, todo lo cual hizo que formasen una parte esencial de la estructura política, institucional y social del reino.
Por último, las fortalezas desarrollaron también un importante protagonismo en la consolidación de las estructuras económicas y fiscales del reino –capítulo 6–, y ello en al menos una triple medida: primero, en tanto que el despliegue de sus funciones permitió o facilitó la explotación de los recursos económicos del reino y las actividades minero-extractivas, las ganaderas o las forestales; segundo, porque se convirtieron en un instrumento básico en la generación, cobro y distribución de derechos fi scales; tercero, por su papel como consumidores y destinatarios de una parte de aquella riqueza.
La conclusión que se deriva de todo ello no puede ser más clara y convincente: la arquitectura castral fue una herramienta del poder que permitió que pudieran materializarse los esfuerzos centralizadores de la monarquía, la punta de lanza de la conquista del territorio y el primer fundamento de la estructuración administrativa, fiscal y económica de los espacios 
progresivamente incorporados al dominio castellano (p. 360). Su rigurosa demostración, y la consiguiente creación de todo un solvente modelo de interpretación constituyen el gran mérito intelectual del autor.

5 comentarios:

  1. Un libro imprescindible que nos da la Historia de Castilla-La Mancha, durante la Edad Media, de forma plena y coherente. Se ve que es una Tesis doctoral, entera, y quizás le falten más gráficos, pero para quien quiere saber de castillos, puentes, mercados, batallas, fueros.... está todo. Estupendo libro.

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  2. Es difícil terminar de leer este libro, si no se está a otras cosas mientras tanto. En todo caso, lo reconozco, es una verdadera enciclopedia: como base de datos no tiene precio. Están todos los puentes, los barrios, los caminos, los puertos de montaña, los castillos (por supuestos) los mercados... las gentes y la vida latiente de Castilla [la Mancha] en la Edad Media. Yo creo que es lo más hondo y sabio que se ha escrito sobre este Reino de Toledo. Pero es duro de leer entero... le doy un 8, sin duda.

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  3. Aunque algunos creemos saberlo todo sobre nuestra tierra, aquí he encontrado un montón de datos nuevos... por ejemplo, los puentes que existían en la Edad Media, fundamentales en las relaciones de poder, en los caminos. Un libro extraordinario.

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  4. Lo tengo desde hace pocos días, y voy a dedicarle este año, es un libro para un año... pero cualquier cosa de la Edad Media en Castilla-La Mancha que quieras conocer (el antiguo Reino de Toledo, las tierras de en torno al Tajo, sus afluentes de la derecha que llegan desde Cuenca y Guadalajara, los calatravos y los santiaguistas, los castillos y los Mendoza... todo está aquí, parece una enciclopedia de la Castilla nueva. Gracias a Palacios por escribir este monumental estudio, y a Aache siempre por editarlo.

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  5. Creo que este libro, poco conocido aún, es imprescindible para conocer por completo la historia de esta Región, y en gran parte la de España. Me ha entusiasmado y me ha sido muy útil para un trabajo que tenía que hacer sobre fronteras.

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