Noventa y ocho páginas le bastan a González-Calero para
construir un mundo, y para –resumido- entregárnoslo. Esa construcción –poderosa
y minimalista a un tiempo, es lo que nos llega a través de la amable presencia
de un libro pulcro y elegante titulado “Ida y Vuelta”.
El estudio inicial, al que titulan “Versos de un diario”, lo
firma José Corredor Matheos. Hace el oficio de prólogo pero va más allá. Porque
desmenuza la obra, la desgrana, nos la entrega sobre una bandeja de pulcro
mármol con pinta de papel: ya está entendido a través del poeta alcazareño. Ya
se desvela el sentido de la poesía que ahora destapa, veinte años después de su
minuciosa construcción, el escritor manchego Alfonso González-Calero García, a
quien le ha sentado tan bien su jubilación en las prosas administrativas, que
se ha puesto a palpitar por su cuenta, reflejando en este librito, con
maestría, en voz baja, los asombros que el mundo le causa.
Dice Corredor de esta obra que “parece surgir de un diario
en el que se van recogiendo sensaciones, impresiones, con palabras inseparables
de su temporalidad”. Todo está medido en esta obra, que no parece de un
primerizo. Detrás de ella hay mucha vida, muchas lecturas sobre todo, mucho
análisis, y mucha reflexión. De González-Calero tendrían que aprender muchos
que empiezan: porque afila tanto su lápiz, que para expresar una vida, con sus
dolores, le bastan los versos escuetos que, como estos, lo explican todo: “tienes
que decirlo / en dos palabras…” En dos o tres palabras: “la vida duele”. De ese
sentimiento nace este libro.
Todo es bueno, interesante, propicio. Una de sus mejores
páginas, la que lleva una dedicatoria “A Oliva, luz y viento”, parece resumir
la andadura del autor, siempre ente la naturaleza y el tiempo, nadando en el
vacío pleno de los sentimientos. La insistencia en las referencias temporales
(aquel verano, la noche, “el tiempo pasa por mí como si nada”) materializan una
preocupación, que al fin es la del hombre que ha vivido mucho, y que es
perfectamente consciente de la caducidad de cuanto es y cuanto le rodea. Pero
la vida que ahora tiene y la que palpa, justifica cualquier alegría, justifica
el libro entero.
Creo que es una gran obra, limpia y sentida, humana a tope.
Esta “Ida y vuelta” de Alfonso González-Calero en la que ha puesto lo mejor de
lo que ha escrito en este últimos veinte años.
A.H.C.
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