25 de abril de 2017

Poemas de Ida y Vuelta

Noventa y ocho páginas le bastan a González-Calero para construir un mundo, y para –resumido- entregárnoslo. Esa construcción –poderosa y minimalista a un tiempo, es lo que nos llega a través de la amable presencia de un libro pulcro y elegante titulado “Ida y Vuelta”.
El estudio inicial, al que titulan “Versos de un diario”, lo firma José Corredor Matheos. Hace el oficio de prólogo pero va más allá. Porque desmenuza la obra, la desgrana, nos la entrega sobre una bandeja de pulcro mármol con pinta de papel: ya está entendido a través del poeta alcazareño. Ya se desvela el sentido de la poesía que ahora destapa, veinte años después de su minuciosa construcción, el escritor manchego Alfonso González-Calero García, a quien le ha sentado tan bien su jubilación en las prosas administrativas, que se ha puesto a palpitar por su cuenta, reflejando en este librito, con maestría, en voz baja, los asombros que el mundo le causa.
Dice Corredor de esta obra que “parece surgir de un diario en el que se van recogiendo sensaciones, impresiones, con palabras inseparables de su temporalidad”. Todo está medido en esta obra, que no parece de un primerizo. Detrás de ella hay mucha vida, muchas lecturas sobre todo, mucho análisis, y mucha reflexión. De González-Calero tendrían que aprender muchos que empiezan: porque afila tanto su lápiz, que para expresar una vida, con sus dolores, le bastan los versos escuetos que, como estos, lo explican todo: “tienes que decirlo / en dos palabras…” En dos o tres palabras: “la vida duele”. De ese sentimiento nace este libro.
Todo es bueno, interesante, propicio. Una de sus mejores páginas, la que lleva una dedicatoria “A Oliva, luz y viento”, parece resumir la andadura del autor, siempre ente la naturaleza y el tiempo, nadando en el vacío pleno de los sentimientos. La insistencia en las referencias temporales (aquel verano, la noche, “el tiempo pasa por mí como si nada”) materializan una preocupación, que al fin es la del hombre que ha vivido mucho, y que es perfectamente consciente de la caducidad de cuanto es y cuanto le rodea. Pero la vida que ahora tiene y la que palpa, justifica cualquier alegría, justifica el libro entero.
Creo que es una gran obra, limpia y sentida, humana a tope. Esta “Ida y vuelta” de Alfonso González-Calero en la que ha puesto lo mejor de lo que ha escrito en este últimos veinte años.


A.H.C.

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