17 de octubre de 2014

Como un enjambre de sangre que se junta


Paulino Aparicio: “Primeras Palabras”. Aache Ediciones. Guadalajara, 2014. 64 págs., 17 x 24 cms. ISBN 978-84-15537-60-1.

No voy a escribir mucho sobre este título, porque de un libro breve, y de poesía, tampoco hay mucho qué decir. En todo caso es un libro y un rato de sentir. Este libro me ha hecho sentir emociones sencillas pero emociones. Algo escrito que te transporta y te cambia el pálpito es algo importante. Este es un libro cuyas páginas se ocupan de breves poemas y de intensos sentimientos. Con una sonoridad garcíalorqueña, con una riqueza de imágenes, metáforas valientes, simples propuestas, didácticas pulsiones y arreboles de satisfacción, está compuesto este poemario que el autor ha querido dedicar a un nonato. A alguien (luego se sabe que es su nieto, al que llamarán Alejandro cuando le bauticen) que sin él saberlo proyecta una vida en la que irá, día a día, descubriendo cosas. Paulino Aparicio, encaramado a lo  más alto de su oficio de poeta, va desvelando esas cosas, que sorprenderán a su nieto: el agua que mana de una fuente, el grillo que chilla en la noche calurosa, las cerezas que se enredan entre sí, la nieve, la harina y al fin la Alcarria (la de Horche) oliendo a llanura y a flores.
Por poner un ejemplo:

Se están cayendo las flores del manzano.
Es abril que se marcha.
Tu abril…
Cerca ya de las rosas.
Tu abril.
Como un enjambre de sangre que se junta.

Y aún más, palabras de nuestra tierra, que el poeta saca con sus brazos poderosos, con su infinita audacia, del cesto donde yacen, viejas y solitarias. Él las une, las acaricia, las sopla vida, y dice así:

Brisas altas. Abejas,
colmenar quieto,
árbol de sed molida,
telar del sueño.

Creo que hay trabajo, emoción, espera, y muchas lecturas detrás de este poemario. Y aunque recuerda otros nombres, y otras plumas, nace y se yergue con la fuerza de lo que no se ha dicho aún. Es un librito de amor y asombro. Es un libro que cuando Alejandro –Dios lo quiera- sea mayor y recuerde a su abuelo, pueda decir con orgullo que de él aprendió las palabras, y las tomó el sentido.

A.H.C.



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