Juan Ramón Lozano Rojo: “Valdeavellano. Historia de un pueblo sin historia”. Tomo I: Geografía, historia y personas. ISBN
978-84-940843-8-6. 254 págs. Ilustraciones. PVP: 20 €. Tomo II: Vida, cultura y
arte. ISBN 978-84-940843-9-3. 288 págs. PVP: 22 €.
Ahora sí que puede decir Valdeavellano que tiene historia.
Porque Juan Ramón Lozano se la ha encontrado. Tras largos años de trabajo y
búsquedas, y después de analizar documentos en archivos, monumentos en directo
y charlas con gentes muy largas y tendidas, el proceso de redacción y
ordenación de datos y su posterior escritura ha culminado en una obra
enjundiosa, total, muy bien concebida: pero que por sus dimensiones ha tenido
que ir a ser impresa en dos tomos, para hacerla manejable y cómoda en su
utilización. De ahí que el conjunto informativo sobre Valdeavellano que Lozano
Rojo ha conseguido se extiende por un total de 542 páginas, en las que
múltiples grabados amenizan y complementan la obra.
Está concebida esta historia de Valdeavellano con un
concepto bien estructurado, por temas, todos ellos homogéneamente tratados. El
inicio es la geografía, tanto física como humana: paisajes y urbanismo, suelos, clima, animales, demografía viva, y
con documentos detrás. Un monumento en sí puede considerarse esta primera
parte.
La historia luego, tan amplia como puede uno imaginarse la
de un pequeño pueblo de la Alcarria, pero analizada con la pasión de un
entomólogo, con la rigurosidad de un historiador profesional. Entre las mil
cosas que aparecen en este capítulo, me quedo con la historia de Valdevacas,
ese “lugar mui amado” del Arcipreste de Hita, y que fue poblado exento hasta el
siglo XIV, en que por la peste se despobló. Hoy queda integrado en
Valdeavellano.
El tomo primero concluye con el análisis de los personajes
que dan vida y protagonizan la historia de la villa: los Labastida
fundamentalmente, pero también los Trelles, los Romo y Gamboa, los Tovar… y
todas esas familias (Rojo, Hita, Lozano y Romo…) que han dado vida a las
familias.
En el segundo tomo, otras tres partes, y es la primera de
ellas lo relativo a la “Vida” en Valdeavellano: las instituciones, la alcaldía,
los trabajos, los oficios, la cultura popular, los juegos, el vestido, los
apodos, el lenguaje “ñarro”: un mundo polimorfo, apasionante, analizado con
lupa.
El arte después, con una meticulosa disposición de
miramiento hacia la iglesia, la fuente mora y la picota, más el palacio de los
Labastida y tantas otras edificaciones que está en el corazón de las gentes de
Valdeavellano. Nada deja Lozano por mirar, por estudiar, por glosar: los
molinos, los pósitos, las ermitas… y ya en el capítulo final de la cultura,
entra a desglosar las formas de vida y los modos de relación humana entre sus
habitantes.
En definitiva, y por no entretener al lector con admiraciones
continuas, decir que esta obra ingente es, simplemente, modélica: una forma de
enfrentar las esencias de un pueblo, a través de los documentos que quedan, de
las estampas que aún forma, y, sobre todo, de la aguda mirada de quien va por
el mundo “fijándose”, analizando, concluyendo. Es largo de leer, tomo uno y
tomo dos, seguidos, con tantas imágenes y notas, bibliografía añadida, y datos
a millares, pero Valdeavellano tras este libro se declara salvado, vivo y
eterno.
A.H.C.
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