Angeles
García Écija
Editorial Rayuela
300 páginas, con fotografías a todo color.
Encuadernación en cartoné. 21 x 30 cms.
33 Euro
Escritos de Sigüenza
La importancia de un lugar se mide –si medirse pudiera- por la cantidad y calidad de los escritos que a él se refieren. Ello son el reflejo de una historia densa, de un patrimonio relevante, o de una admiración que le nace a los humanos que en él viven, o le visitan. Sigüenza ha generado, a lo largo de los últimos mil años con que cuenta de historia conocida, una cantidad inmensa de escritos: desde los documentos reales de los medievales monarcas, a las monografías que estudian su Universidad, sus templos románicos o la fiesta de los toros. Hay mucha gente, en la propia ciudad y fuera de ella, que tiene por pasión reunir libros, folletos y ejemplares de periódicos antiguos, en cuyas páginas laten la noticia, el estudio o las imágenes de la solemne belleza de la ciudad. Son los bibliófilos, los amantes de los libros.
Acaba de aparecer una publicación, extraordinaria, que viene a ser catálogo y oferta de todo lo mejor escrito sobre Sigüenza. Clasificados por temas, y precedido cada uno de ellos por un estudio de especialista, aparecen las imágenes de los documentos, libros, postales y láminas que expresan el saber de esta vieja ciudad. Están los incunables de su catedral retratados en portada; los solemnes documentos de los reyes; los legajos de catastros y privilegios; y las amarillentas portadas de tantos y tantos folletos que en detalle hablan de los detalles seguntinos. Una labor de filigrana que componen la joya que es esta ciudad.
Entre esos temas históricos, artísticos y personales, destaca el dedicado a Fray José de Sigüenza, fraile jerónimo que emerge o desaparece de la realidad cultural castellana, según la época. Ahora es preciso que empecemos a acordarnos de él otra vez, porque dentro de dos años se cumplirán los cuatro siglos de su fallecimiento, y quien puede y debe ha de ir tomando nota de este fasto cultural que en Sigüenza se celebrará, seguro, por todo lo alto.
Otro grupo de publicaciones interesantes son las guías. Bien a nivel provincial, o simplemente con una perspectiva local, existen multitud de libros que dan al curioso y viajero, con más o menos amplitud, el recuento y la valoración de los edificios de la Ciudad Episcopal. Se ofrecen los libros de Pérez Villamil (el más antiguo de los estudios sobre la catedral) y de Aurelio de Federico (el mejor ilustrado), más la breve guía de Sánchez Doncel, y la clásica de D. Elías Tormo y Monzó.
En este libro valen tanto las imágenes como los comentarios. De cada apartado en que se divide, se hace un estudio pormenorizado por parte de algún especialista en la materia. Así, hay textos del profesor Davara, del Dr. Martínez Gómez-Gordo, de Riansares Serrano (ahora delega de Cultura), del archivero Felipe Pez, y por supuesto de Angeles García Écija, que es la coordinadora del volumen. Los elementos gráficos proceden en su gran mayoría de la colección bibliográfica de Laguna Rubio, que puede darse por una de las mejores en puntos a temas seguntinos. Un acopio de escritos, y un mar de papeles, que no hacen más que confirmar la inmensa riqueza cultural que alberga Sigüenza en su casi milenaria existencia.
Monumentos de Sigüenza
En estos días de fiesta, el viajero que se acerque por la que llamamos Ciudad Mitrada podrá buscar algún detalle más que sobrepase el vuelo de sus clásicas miradas sobre el castillo, la catedral, el Doncel o la Plaza Mayor. Sigüenza es un arcón sin fondo, que ofrece siempre sorpresas, miniaturas en cada dovela, atardeceres distintos, legajos sin leer, o publicaciones raras que solo conocen un par de personas. Al dar una vuelta, a pie, por Sigüenza, uno se encuentra con monumentos o detalles en los que nunca antes se había fijado. Algunos ejemplos siguen a estas palabras, para incitar al viajero por Sigüenza a practicar el ejercicio del asombro.
En la Alameda, que está cuajada de sombras en el verano, y ahora de risa y música, destacan en sus orillas las grandes pirámides que rematan en abiertas granadas, regalo para la ciudad del Obispo Pedro Inocencio Bejarano a inicios del siglo XIX. Unos monumentos que no son nada habituales de ver, por mucho que uno se mueva mirando por el país entero.
Cerca, dirigiendo la mirada al oriente, aparece la espadaña de la ermita de San roque. Es obra del siglo XVIII, como todo el conjunto, y supone, vista así en detalle, todo un malabarismo de la piedra, que enmarca el aire de las campanas, llamando ahora ala visita de exposiciones y animaciones artísticas.
Entre la Alameda y la calle de San Roque, álzase orondo el edificio de las Ursulinas, destacando de él su fachada ondulada y sugerente del templo, que fue hecho por franciscanos, y por eso se ve, tallada en alba piedra, la cruzada armonía de los brazos (el de un fraile vestido y el de un pobre desnudo) que identifican a la Orden Seráfica. En lo alto del volado frontón, casi inaccesible a la vista, esgrime su poblado firmamento el escudo heráldico de los Salazar, fundadores del convento y patrocinadores del gasto inmenso del templo. Se convierte así en detalle patrimonial que evoca un buen corazón, y generoso.
No lejos de allí anda el Callejón de Infantes. Su superficie es ahora, en verano y fiestas, un apretado aparcamiento de coches. Prefiero verlo en el invierno, con la superficie enlosada cubierta de hielo, pero con sus fachadas de arenisca rojiza preñadas de sombras. Las que se forman cuando el sol se deja caer, de lado, sobre tanta filigrana barroca como el arquitecto Bernasconi le puso a esta fachada del Colegio de Infantes. Aparte de tallas, escudos y retorcidos moldurones, en las abiertas metopas que escoltan triglifos en el dintel del hoy Colegio de Padres Josefinos, fueron talladas unas simpáticas alegorías al arte, al canto y a la música. Interpretadas por niños desnudos protegidos de diosas y en una actitud de entusiasmo y predisposición por aprender y mejorar.
Los balcones orondos de este callejón, la gran verja que cierra el arco de acceso a los patios traseros de la catedral, y ese aire de severidad jesuítica que impregna el sitio, le hace meta de muchos pasos.
Siga el viajero a su aire. Vuelva a la plazuela de las Tres Cruces, que se alzan como regadas del sol de atardecida. Suba la cuesta y póngase ante la fachada catedralicia, y mire las arquivoltas con premio de la puerta del Evangelio, o el relieve alabastrino en el que tallada aparece María donándole la casulla a San Ildefonso. Alce la vista y atrase el cuello para alcanzar las campanas, que en ellas está también la historia, la bibliografía y la emoción de esta Sigüenza que nunca acaba.
Testigos de la historia de Sigüenza
Acaba de aparecer, editado por Rayuela (la librería de Sigüenza) un precioso libro que es al tiempo cifra de conocimientos, caudal de informaciones, y bello objeto para el paladeo de las manos y las retinas.
Se trata del titulado "Testigos de la historia de Sigüenza" y supone una exposición gráfica comentada de las más sustanciosas piezas de la bibliografía seguntina.
Se fundamenta en el aporte de muchos –escritores, coleccionistas, periodistas, archiveros...- pero han sido fundamentalmente los escritos de Angeles García Écija y las piezas de la colección de José Angel Laguna Rubio las que sirven de basamenta a esta obra.
Encuadernada en cartoné, con pasta dura, con casi 300 páginas todas impresas a color, esta obra se divide en apartados que ofrecen imágenes de libros y documentos referentes a muy diversos temas seguntinos: desde la memoria de Fray José de Sigüenza, a las tradiciones en torno a Santa Librada. Lo apartados que ofrece son estos: Archivo Municipal de Sigüenza, Archivo Histórico Provincial de Guadalajara, Archivo Catedralicio, Fray José de Sigüenza, Histórico y Religioso, Mundo Científico, Guías de la provincia y Sigüenza, Literatura, Catedral, Colegio-Universidad de San Antonio de Portaceli, Santa Librada, La prensa seguntina en el primer tercio del siglo XX, y Varia.
Y cada uno de ellos lleva una introducción escrita por un especialista en el mismo. Un libro, sin duda, de apasionante lectura e ingente información, que se hace imprescindible para cualquier coleccionista de libros de tema seguntino.
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