Para ser la primera novela
que escribe y publica su autor, con ella demuestra su gran capacidad de
imaginación y su técnica descriptiva muy avanzada. Lo cual es indudable
presunción de que van a venir mejores cosas, y numerosas. Martínez de Miguel
con esta primera entrega de su mundo creativo, promete un fecundo camino
literario, que además para ser grande, y provechoso, lo comienza pronto.
Una novela ambientada en un
pueblo de nombre creativo y descriptivo, que sin dificultad lo podemos incluir
en la Castilla rural, pero moderna. Los personajes, a caballo entre la
modernidad y el pasado inmediato, son trasunto de aptitudes cotidianas,
realistas y humanas. El tema, cargado de misterios y sucesos violentos, en los
que la naturaleza se mueve con los vaivenes que los seres vivos le infunden.
Hay guiños al ecologismo, a la ciencia geológica y a la psicología. El autor
demuestra estar informado holgadamente de lo que habla y plantea, proponiendo
esos misterios a dosis breves y sucesivas, que desencadenan un final vibrante y
conmovedor. Muy en la línea del periodismo de investigación, pero en el que el
protagonista, un joven periodista de la capital, actúa más como ser humano
impresionado de la vida, que como un profesional frío de la información. Esa
mezcla de actitud entre los personal y lo profesional es lo que le da valor y
fuerza al relato.
En los personajes, que se
centran en la pareja de jóvenes cargados de inquietud, actividad profesional,
amor y solidaridad, se leen continuamente los rasgos de la juventud actual, de
la sana, de la que trabaja y ayuda. Quizás sean el mayor valor humano de la
novela, las figuras de Oliver y Daniela. Ellos están rodeados de seres
interesados, con miedos, -con pavores, más bien- de antiguos delitos, que como
una mancha de aceite van oscureciendo la sociedad. En muchos detalles se
observa esa denuncia por los pecados veniales que unos y otros cometen en el
discursos de sus actividades (políticos locales, periodistas locales,
funcionarios nacionales…) pero que a la larga pueden repercutir en una
convivencia que se transforma en explosiva.
En definitiva, una novela
interesante, bien escrita, con personajes auténticos, de carne y hueso, y con
un tema que si puede parecer exagerado, en el fondo nos transmite la realidad
pintada con los colores llamativos de la fábula. La cubierta del libro, en
tonos azules que dan misterio al interior, es una recreación perfecta, en
cuatro trazos, del contenido de la novela. Pocas veces hemos visto una portada
de un libro que lleve en su única imagen el río entero de su interior
palpitante. Un título y un autor con mucho recorrido desde ahora.
A.H.C.
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