16 de agosto de 2017

Un paraíso que no es lo que parece

Laborda Barceló, Juan: “Paraíso imperfecto”. Editorial Alrevés. Barcelona, 2017. 260 págs.

Tercera entrega de su carrera literaria. Una carrera que va a más. Un libro que abre nuevas perspectivas en la visión literaria del mundo de este autor. Un escritor que ha empezado pronto la larga carrera de las letras. Un tema que va más allá de la anécdota que presenta. Porque cuenta una historia con validez sempiterna. La lucha de los hombres por el placer y el dinero. La lucha entre ellos.

No desvelaré aquí donde se sitúa la acción de esta novela de Laborda, pero sí puedo decir que se inspira en un lugar concreto de la costa mediterránea española. Un lugar que conozco bien, y que retrata a la perfección. Porque para los miles de veraneantes que cada año se acercan a su costa, y se llevan en el corazón el sentimiento de haber estado una temporada, -corta o larga según cada cual-,  en el mismísimo paraíso, este pedazo de geografía mediterránea, acunado entre palmeras, algarrobos y fuentes es algo que se aproxima mucho a la perfección del mundo. Sin embargo, -y aquí explota el relato que comento-, no es oro todo lo que reluce, y dentro se agazapan las envidias, las pasiones mal contenidas, las ambiciones cotidianas y las airadas manos. Que a veces matan.

Dos cosas deben resaltarse de esta tercera novela de Juan Laborda Barceló. Una es la perfección de su prosa, la riqueza de vocabulario, la bien cuadrada armonía en la sucesión de las frases. La meticulosa disección de cada gesto, de cada escorzo, de cada paso que dan sus protagonistas. Es casi casi como una exposición fotográfica, en la que sucesivas imágenes retratan momentos, intenciones y recuerdos. La mayoría en escala de grises. Algunas con filtros especiales, como en la cubierta de la obra se ha atrevido a plasmar su diseñador. En todo caso, una lección de orden expositivo sobre un mantel de hermosas palabras bien traídas.

La segunda cosa a resaltar en este “Paraiso imperfecto” de Laborda es la trascendencia de la anécdota. Porque un amor, un asesinato o una corrupción política tienen siempre, y respectivamente, dos nombres, un asesino y una víctima, o una ocasión que ni pintada. Pero a más del amor entre Fatema y Leandro, la violencia entre Iván y Mario, o los sucios manejos entre Branful y  Sarabia, el mar de los amores, los odios y las intrigas interesadas se levanta como un telón de fondo, un telón que el autor analiza con la fuerza y rigor del antropólogo que sabe que todo es igual, aquí y ahora, o hace mil años. La Servidumbre humana de Sommerset Maughan también florece en Albassora, en la rocosa y arenosa costa que sostiene a la sierra de Hirta, bajo la ermita de San Benet, frente a la casita playera de El n por el detalle (esta es la clave que no descifro, pero que conozco) les: el lenguaje y su formato, las anan Benet, frente a laÁgora...

Me ha gustado este libro por esas circunstancias, que son las principales: la lettra pulida en el lenguaje y su formato, la anécdota tras la que late el continuum de la vida. Y me ha gustado también por el detalle (esta es la clave que no descifro, pero que conozco) de ambientar una gran historia en un lugar concreto, vivido por el autor desde su infancia, con personajes que aún respiran en las viejas fotografías. No desvelaré nada, pero también puedo decir que ese lugar, esa historia, y esas gentes, son tan reales que el autor solo ha tenido que tirar de personales recuerdos, de charlas junto a la lumbre, de viejos álbumes …


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